martes, 1 de julio de 2008

El mar



El mar es un mundo dentro del mundo. Ha tenido y tiene aspectos prácticos indiscutibles, como ser una ventajosa vía de comercio y fuente, se creía inagotable, de riqueza. En las últimas décadas es también un recurso lúdico.

Pero con ser todo eso mucho, no es lo más. Porque el mar es el yunque en el que se forja un carácter peculiar; el de los hombres de mar.

No es un carácter que distinga por vestir con una gorrita del gremio o bogar en una chalupa, porque eso son cosas que se ponen o se hacen, pero no que se llevan. El carácter de los hombres de mar es otra cosa que no sé explicar, pero que cualquiera que sea de mar lo sabrá. Es un carácter tan poco definido, que ¡hasta quienes se marean al embarcarse pueden ser hombres – o mujeres - de mar!

Y si todo es mar, el Mediterráneo es más.

El Mediterráneo es un mar antiguo. Y legendario. En él se han desarrollado las civilizaciones que han dado forma a la vida en Occidente.

La tradición religiosa cristiana heredada del pueblo judío ha dado lugar a los valores humanos que hoy nos deberían hacer iguales. Esa misma tradición judía a dado forma a la cultura del Islam, que colorea casi la mitad del litoral mediterráneo.

Nuestro derecho actual nació de la cultura romana, también mediterránea, que en buena parte basó su imperio en la diplomacia y en la justicia.

También debemos parte de nuestra ciencia y técnica a los árabes, que nos trasladaron conocimientos de la antigüedad y de otras culturas remotas.

Antes, la Grecia clásica nos enseñó a pensar, y antes los cartagineses a comerciar y antes…

El Mediterráneo se lleva en la sangre.

Pies de foto: Cartel del taller-escuela “El Mòn del Mar”, actividad docente medio-ambiental que organicé en octubre de 1982 y que fue pionera en España. Fue pintado por el cartelista Carles Burgués, probablemente inspirado en el conocido dibujo japonés “La ola fujibig”, que también reproduzco.